domingo, 7 de marzo de 2010

EL 25, EL 67 , EL 30, TRES, CERO...

Anoche ha sido la primera vez que he vivido la experiencia de ir a una sala de bingo.
Me quedé un poco impactada al entrar, me lo imaginaba más glamouroso y que las personas estarían más arregladas.
Mi equivocación era porque para mí ir al bingo era como ir un día al cine o ir a tomar algo. Hay muchas personas que van por necesidad.
Nos sentamos en una mesa donde hay más gente debido a lo lleno que estaba la sala. Compré un cartón y pedimos algo de beber. Se suele decir que existe la suerte del principiante que en mi caso no asomó por ningún resquicio de la habitación y después de llevar 20 minutos tachando números que cantaba una máquina, alrededor de 15 euros gastados y unos cuantos cigarrillos fumados mi ilusión empezó a esfumarse y a convertirse en un reto.
Convencida de querer cantar aunque fuera una línea seguí jugando un rato más, lo cuál fue suficiente para que me entrara un dolor de cabeza que consiguió que aquella experiencia dejara de ser divertida.
Un par de horas después decidimos irnos con cuarenta y cinco euros menos y un mal sabor de boca después de ver a gente hacer rituales, contabilizar el orden que deben repartir los boletos, jugar con más de uno y de dos cartones a la vez y miles de cosas de personas asiduas al lugar.
Mi más sincera conclusión es que en mi caso un día no me importa gastarme 50 euros entre dos personas, que realmente son 25 por cada uno, en ir a jugar y a probar como es. Pero sería incapaz de ir todas las semanas a gastar el dinero que tanto me cuesta ganar.
Claro que esto es como todo, yo soy fumadora y es otra forma de quemar el dinero, pero os puedo asegurar que no me gasto ni una décima parte de muchas de las personas que estaban allí.
¿Volveré? sí, pero ha cenar un menú por 3 euros y jugar un cartón por 2 euros, que sale una cuenta de 5 euros lo cuál es más que asequible.
Conclusión: Hay formas mucho más gratificantes de gastar el dinero pero cada uno es libre de hacer lo que desee puesto que en este caso no afecta a nadie, exceptuando a la propia persona.

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